Fuente: Redes&Telecom
No cabe duda: nos dirigimos de manera decidida a un futuro cada vez más conectado. La industria no para de prometer (y lograr) conexiones más veloces y potentes. Si comparamos lo logrado hasta ahora con el 5G frente al estándar de comunicaciones que le precedió, el 4G, veremos que se han alcanzado las primeras 1.000 millones de conexiones 2 años antes y que se ha logrado alcanzar los primeros 100 millones de móviles 5G con 3 años de antelación.
Pero, ya que hablamos de dispositivos móviles, conviene pararnos a analizar las consecuencias de tal crecimiento y avances – ya que, en gran medida, han afectado a estos. No en vano, el 5G ha impulsado un nuevo ciclo de renovación de terminales que ha ayudado a generar un momento de carestía en el suministro de componentes básicos para dispositivos de toda clase, no solo móviles, sino también ordenadores, pasando por videoconsolas y muchos otros productos de consumo. En la nueva normalidad pandémica y del teletrabajo, en la que la tecnología juega un papel más central si cabe para producir, disfrutar y vivir, el ritmo al que se fabrican los chips se ha quedado muy atrás respecto a la demanda, ocasionando pérdidas, retrasos en lanzamientos comerciales y otros escollos que deberemos superar.
En este contexto, cuando ya hay quien piensa incluso en la sexta generación de conectividad móvil, tiene todo el sentido el preguntarnos: ¿podemos hacer más con menos? ¿Es posible adoptar un enfoque minimalista y más eficiente que impulse un nuevo modelo de crecimiento sostenible? ¿Cómo podemos garantizar una conectividad cada vez mayor, a medida que más y más objetos están conectados?
En el campo del internet de las cosas, o IoT, es imperativo que nos hagamos estas preguntas y nos esforcemos por responderlas cuanto antes. El IoT se encuentra en pleno auge y los avances en sectores como la logística o la industria 4.0 no hacen sino acrecentar las necesidades de nuevos modelos de conectividad más eficientes y escalables. La respuesta se halla en lo que conocemos como el “0G”, un enfoque de estándar de comunicaciones alternativo.
Pero, con esto, no quiero decir que debamos ‘echar la soga tras el caldero’. Es decir, pese al coste y complejidad, así como problemas asociados – como la escasez de componentes en varios campos –, obviamente el 5G conlleva beneficios tangibles que podemos aprovechar y explotar. Sin embargo, sí defiendo que debemos pensar en alternativas complementarias que nos ayuden a maximizar los beneficios y minimizar los riesgos y problemas.
No puede asegurarse que una tecnología es mejor que otra de forma categórica. El enfoque 0G no viene a sustituir al 5G: son estándares complementarios para la economía digital. Su naturaleza de amplio alcance y bajo coste lo hace muy útil en aplicaciones de IoT industriales, donde no necesitamos una gran potencia para resolver problemas de conectividad muy concretos (como la localización de activos o el mantenimiento de espacios e instalaciones).
El 0G no requiere de cobertura y disponibilidad de la red móvil convencional, pues permite enviar y recibir datos sin necesidad de conexiones complejas o tarjetas SIM, al ser un estándar basado en tecnología de radio. Por ello, es altamente compatible con aplicaciones que requieren de un despliegue masivo de dispositivos que transmiten una muy pequeña cantidad de datos a baja velocidad, que no tienen requisitos de latencia y sí limitaciones importantes de coste y consumo, por la escalabilidad de los proyectos. Por ejemplo, algunos casos de uso son la agricultura de precisión, el seguimiento de ganado en zonas aisladas, trazabilidad en cadenas logísticas complejas…
Como vemos, son casos de uso muy concretos, pero que, sumados, aglutinan la mayor parte de casos de uso industriales y profesionales. La lectura final es que, a medida que la economía digital se hace progresivamente más compleja y que nuestras necesidades de conectividad crecen y se aceleran, será más necesario que aunemos distintos enfoques complementarios orientados a aprovechar las virtudes de cada uno, logrando un ecosistema IoT robusto, extenso, fiable y escalable.