Industria, un viaje al país de la innovación. 

Fuente: Les Echos

En esta crónica, Jean-Louis Frechin habla de estas innovadoras empresas industriales francesas: lejos de la moda.

A la vuelta de mis viajes en Francia, siempre es encantador descubrir organizaciones innovadoras y lugares inspiradores, especialmente en el desarrollo industrial. El IoT Valley ubicado en Labege, cerca de Toulouse, es un lugar dedicado al Internet de las cosas. Fundada por Ludovic Le Moan, creador de Sigfox, esta asociación ayuda, incuba y acompaña a jóvenes promesas del Internet de las Cosas y los impulsa bajo el ala del campeón de las redes de baja velocidad… ¡Y funciona!

Durante su festival Focus, pude descubrir propuestas de compañías como Donecle, que ofrece un sistema de mantenimiento para aviones de pasajeros; EyeLights, un experto en GPS inmersivo para motocicletas y automóviles; y de Louis.design, que produce a pedido un sistema de mobiliario de oficina.

El IoT Valley ahora planea crear un campus de 20 hectáreas para albergar laboratorios y grandes empresas, pero también para apoyar el crecimiento y las necesidades inmobiliarias de las start-ups.

Una visión a contra corriente

El otro descubrimiento es la empresa GYS. Esta PYME, nacida en la década de 1960, ha experimentado un desarrollo espectacular desde su recuperación en la década de 1990. La compañía, dirigida por Bruno Bouygues, ahora es líder en equipos de soldadura, carrocería y carga eléctrica. Se ha vuelto raro descubrir una marca francesa dirigida al público en general y a los profesionales del sector de herramientas, locomotora de sus mercados.

La visión de GYS está más bien en contra de la tendencia de la industria en Francia. La filosofía de la PYME se basa en la máxima integración de su proceso de producción para dominar los detalles más pequeños. GYS fabrica sus propias tarjetas electrónicas, transformadores, cables, carrocería. Su sitio de producción en Laval (Mayenne) ilustra de manera cuasi-teórica qué es una fábrica donde vemos cómo nacen las cosas. El material entra por un lado y el producto sale al final de la cadena. Su obsesión es la calidad y la fiabilidad de su equipo, que se vende tanto al grupo VAG como a las campañas indias de garajes.

Lejos de estar de moda, estas dos visitas destacan los recursos, las capacidades y la diversidad de la innovación “real” de nuestro país. Quizás el renacimiento de una cultura industrial.