Fuente: Les Echos
El Internet de las Cosas (IoT) es la tecnología que subyace en el concepto de ciudad inteligente: los datos recopilados proporcionan al municipio información valiosa para establecer iniciativas de desarrollo sostenible, elaborar planes de acción y presupuesto, y mejorar la gestión de la ciudad. Sin embargo, el potencial de IoT en ciudades inteligentes se enfrenta actualmente a obstáculos críticos de seguridad y costes.
Una red complementaria
Una red de baja velocidad designa una red inalámbrica de bajo ancho de banda especialmente diseñada para conectar objetos de comunicación simples, con bajo consumo y bajo costo, a Internet. Estos dispositivos usan la red para transmitir y recibir mensajes cortos sin la necesidad de una conexión de banda ancha o compleja. La mayoría de las aplicaciones de IoT que existen hoy dependen de estos pequeños mensajes.
Además, una red de baja velocidad admite aplicaciones económicas y seguras, dos aspectos importantes para los municipios.
Las ciudades pueden optar por la simplicidad de una red de baja velocidad y evitar así las soluciones de IoT que dependen de las tarjetas SIM, sabiendo que cada una de estas tarjetas puede costar hasta $ 40. La conexión de objetos comunicantes a dicha red hace posible transmitir pequeñas cantidades de datos a largas distancias, proporcionando a los jugadores interesados las herramientas necesarias para guiar sus decisiones y acciones, a un costo mucho más bajo que el de las opciones de red convencionales.
Las redes de baja velocidad no se basan en sesiones convencionales de comunicación bidireccional; una vez que el objeto que se comunica transmite sus datos a la estación base, pasa al modo de espera. Los hackers solo tienen una pequeña ventana para atacar la red y tomar el control del dispositivo. Los objetos conectados a dicha red no están sujetos a ella y, por lo tanto, están menos expuestos a ataques de red.
Este tipo de red también puede reducir el riesgo de ataques DDoS: ataques de saturación donde los objetos conectados son “capturados” y manipulados para enviar una cantidad de mensajes de modo que la red se sature y no esté disponible. Un radio jammer puede usarse para realizar este tipo de ataques. Pero debido a la naturaleza aleatoria de sus transmisiones de datos, una red de baja velocidad es casi imposible de bloquear, esto requeriría niveles de potencia extremadamente altos y una inversión significativa.
Los beneficios de una red de baja velocidad para ciudades inteligentes
Las ciudades de todo el mundo ya están utilizando redes de baja velocidad para la transmisión de datos desde soluciones IoT. Por ejemplo, en España los sensores conectados y fijados al sistema de alumbrado público optimizan el consumo de energía, automatizan el mantenimiento predictivo y mejoran la calidad de la iluminación. En el Reino Unido, las soluciones de IoT se utilizan para alertar a los propietarios de viviendas y edificios sobre fugas de agua, lo que reduce el impacto de los daños. Y en Dinamarca, a través de objetos conectados y adheridos a botes de basura, se puede indicar cuándo están llenos y hacer que la recolección de basura sea más eficiente y que el entorno urbano sea más limpio y saludable.
Cada vez más ciudades recurrirán a redes de baja velocidad –también conocidas como “0G”– para admitir aplicaciones de IoT seguras y de bajo costo, brindando un grado creciente de innovación. Algunos centros urbanos históricos podrían usar sensores conectados a redes de baja velocidad para monitorizar la integridad estructural de puentes, edificios o túneles antiguos, tomando la delantera en los trabajos de restauración al identificar sus propias soluciones para garantizar la seguridad y el confort de los residentes.
Es posible que otras ciudades deseen considerar el uso de soluciones conectadas 0G en el control del delito, por ejemplo, para informar sobre disparos. Al conectar a la infraestructura existente sensores conectados equipados con un micrófono especial, sería posible localizar con mayor precisión el lugar donde ocurrió un disparo para que la policía llegue directamente al lugar.
Las oportunidades para las ciudades inteligentes con soluciones de IoT son infinitas. Y conectar estos dispositivos a una red de baja velocidad les permite invertir en IoT al tiempo que les garantiza la seguridad y el control de costes, lo que las haría aún más inteligentes.