Es un patrón que se repite a lo largo y ancho del mundo. Las zonas rurales van perdiendo población a favor de las ciudades a medida que sus habitantes más jóvenes buscan nuevas oportunidades laborales o educativas. El problema es que esa despoblación hace mella en los más vulnerables: las personas mayores.
¿Cómo echarles una mano? La respuesta a ese reto es mucho más compleja de lo que puede parecer, ya que una tercera parte de las personas en situación de dependencia vive en pueblos. También en este cóctel se echan otros ingredientes como rentas más bajas, menor nivel formativo y una inferior accesibilidad a los servicios sociosanitarios, sin olvidar, la característica forma de vida del entorno agrario.
En este sentido, aparece TAYMA, (te ayudo y me ayudas), un proyecto sociosanitario muy vinculado al mundo rural, cuya finalidad es crear redes de equipos de primera intervención frente a situaciones de emergencia, a través de voluntarios de tu entorno, es decir, de tus vecinos.
«Con un pequeño estudio sociológico y estadístico vimos que el mundo rural cuenta en su mayoría con una densidad de población baja y en numerosos casos la población existente es de avanzada edad y en un alto porcentaje personas que viven solas», señala Borja Rosales, ideólogo de TAYMA, para, a continuación, añadir que esta iniciativa pretende crear redes humanas de personas que se preocupan de las personas. «En los pueblos nos conocemos todos y sabemos nuestros nombres, nuestras rutinas, conocemos las caras, los ojos y las sonrisas de cada uno de nuestros vecinos».
¿Cómo funciona? Detalla que en caso de emergencia el usuario de TAYMA pulsará un dispositivo que creará una alarma; esa alarma geolocalizada llegará a la red de voluntarios activos en ese momento a través de una aplicación móvil. «La rapidez en la respuesta que se da puede ser vital en ciertos casos. No estamos hablando única y exclusivamente de problemas de salud, se pueden dar otras circunstancias en las que avisar a un vecino y que acuda con rapidez puede ser muy importante», sostiene.
«Con un pequeño estudio sociológico y estadístico vimos que el mundo rural cuenta en su mayoría con una densidad de población baja y en numerosos casos la población existente es de avanzada edad y en un alto porcentaje personas que viven solas», señala Borja Rosales, ideólogo de TAYMA, para, a continuación, añadir que esta iniciativa pretende crear redes humanas de personas que se preocupan de las personas. «En los pueblos nos conocemos todos y sabemos nuestros nombres, nuestras rutinas, conocemos las caras, los ojos y las sonrisas de cada uno de nuestros vecinos».
¿Cómo funciona? Detalla que en caso de emergencia el usuario de TAYMA pulsará un dispositivo que creará una alarma; esa alarma geolocalizada llegará a la red de voluntarios activos en ese momento a través de una aplicación móvil. «La rapidez en la respuesta que se da puede ser vital en ciertos casos. No estamos hablando única y exclusivamente de problemas de salud, se pueden dar otras circunstancias en las que avisar a un vecino y que acuda con rapidez puede ser muy importante», sostiene.
La red de voluntarios está formada por personas que viven de manera habitual en el municipio y por personas que acuden temporalmente al mismo, activándose y desactivándose al llegar o irse del pueblo. Los usuarios también pueden formar parte de la red de voluntarios, generando una sanidad activa entre la población.
Un proyecto, en su opinión, innovador porque propone una solución común frente a un problema común, un proyecto de todos. Es verdad, reconoce Rosales, que existen otros servicios que pueden cubrir estas necesidades, pero a través de soluciones individuales. «TAYMA tiene un fondo sanitario, pero sobre todo un trasfondo social, creando redes humanas, redes de personas que se preocupan de las personas. No es sólo vivir sino convivir. Tanto usuarios como voluntarios participan en un proyecto de su pueblo», celebra muy orgulloso.
Para la prueba piloto están utilizando la tecnología Sigfox 0G, si bien dependiendo de las características de cada municipio se pueden usar otro tipo de tecnologías, por lo que, según indica, se entrega una solución individual en cada caso. Ya se está probando en los municipios burgaleses de Lara de los infantes y Campolara. Tendrá una duración de cuatro meses y cuenta con cinco usuarios, todos ellos mayores que viven solos, y 22 voluntarios. Con esta prueba de concepto podrán conocer los beneficios.
Esta iniciativa, tal y como recuerda su ideólogo, nació porque la realidad del mundo rural es la de una población envejecida, si bien son personas que han decidido apostar y quieren seguir en su pueblo. «Nuestra obligación es crear las mejores condiciones para que sigan donde quieren estar. TAYMA es un granito más en esa mejora continua de la calidad de vida que debemos de aportar a sus habitantes».
Cinco años ha tardado en dar forma a este proyecto que lleva en su ADN el trasfondo social que tiene y los valores que promueve. De cara al futuro, Borja Rosales avanza que los siguientes pasos son implementar de una manera definitiva TAYMA en el mayor número posible de municipios.
Este proyecto fue presentado por la diputada provincial encargada de Acción Social, Inmaculada Sierra; Borja Rosales, impulsor del proyecto, y Óscar Izcara, presidente de Agalsa, empresa que lo ha hecho posible. Su aplicación está pensada para poblaciones rurales con escasos habitantes y con difícil acceso a los servicios sanitarios. Pretende también potenciar las relaciones sociales entre vecinos, de manera que, si un usuario sufre cualquier evento que pudiera interpretarse como amenaza para su integridad, esta pueda ser atendida por una red de voluntarios de la propia localidad.
Sus objetivos son: mejorar los tiempos de actuación sanitaria ante cualquier eventualidad, incrementar la calidad de vida en el medio rural, promover la solidaridad y cooperación, potenciar las relaciones sociales y el sentimiento de comunidad entre vecinos y fomentar la autoestima y la seguridad entre los participantes y la formación en primeros auxilios.
El equipo de voluntarios para ayudar a los usuarios ha recibido una formación en primeros auxilios, reanimación cardiopulmonar y uso de desfibriladores automáticos. Una vez que los voluntarios hayan evaluado la situación, podrán resolver el evento para el que se les haya formado o activar los servicios de emergencia para que se adopten las medidas oportunas